Cada momento era una obsesión,
trazo una suave línea, su pincel recorrió una y otra vez el lienzo,
colores suaves no podía perder su esencia,
se convirtió en una imagen que no podía quitar de su cabeza
en los últimos años. Esa imagen no intensa no era profunda…
Era solo una tenue imagen y de repente dejo de pensar, así que la abrazo
con fuerza como para meter todo su cuerpo en sus huesos y sangre.
La hizo eterna.
Autora: Lucía Vargas - La diosa Dabeiba
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