Los siguientes poemas son producto de una creación colectiva entre mujeres migrantes y cuidadoras en la frontera.
Experiencia vivida de las migrantes
¡Quédese quieto!
Que ya me vienen a buscar.
¿Qué quieres que te dé?
¿Cuánto me vas a cobrar?
Todos te quieren robar.
Qué miedo el ser bonita
porque te desaparecen.
Nos persiguen,
nos quieren quitar nuestros niños.
También nos da miedo el río
cuando crece,
porque te lleva.
Ven, yo te colaboro
yo te ayudo.
Solo si tengo con qué pagar
el paso por la trocha.
El reencuentro
Esperanza de echar para adelante,
una vuelta a la cuadra,
estar siempre al lado de mi familia:
amor,
flores,
colores cálidos,
colores fragantes.
Esperanza,
pasión,
amo a la familia.
Oda a Venezuela
Del mar azul de su horizonte,
del cántico de los hermanos,
el estar a la lado de mi familia
me hace feliz
cómo una lombriz.
Comiendo yuca, ñame y ocumo
al lado de la mata de mango.
De Caracas, Carabobo y Portuguesa
todas quieren comer camarón
en la playa,
toda la semana bailamos
al ritmo de la salsa de baúl
y bajamos el ratón
con un sancocho de río.
Quiero volver a Venezuela
para comer hayacas
en Navidad.
Desahogando un sentimiento
Triste, desahogando mi problema,
agarro el cepillo de atrás
para adelante
para botar todo.
Cuando estoy cocinando
se evocan en la memoria
muchos recuerdos.
El día siempre comienza
regando mis matas
cuando limpio, pienso:
¿Qué va a pasar?
Me gusta la noche
porque me desestreso,
puedo llorar en silencio.
Lo prohibido
Lo que me provoca es gritar,
salir corriendo,
tiemblo de la rabia.
Cuando me da impotencia
a mí me gusta estar sola,
me provoca caminar
para relajarme,
me fumo dos cigarrillos
de un solo golpe.
No me dejo dominar
golpeo la tabla de picar
en la cocina,
pero más rabia me da
cuando te ignoro.
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